juan pablo castel y el explorador mecánico
i.
no es bella la
ciudad pablo nublada con ese olor a grasa y agua hedionda que satura
cada esquina
no son acaso
bellos nuestros ojos hinchados y
rojizos embelesados por el viento y
la carne que se deshace con el ocio
lo sé pablo
no lo ignoro
pero nadie lo
advierte si no lo gritas cerca de su oído
si miramos de
cerca a las muchachas en todas ellas
se advierte una mirada que lastima
no se pinta
bella la noche aquella que infecta a
la ciudad en viernes
sabemos de sobra
que cada uno de sus ladrillos conserva un nombre propio
pero desde la
azotea de un edificio sin escaleras todo se advierte muy distinto
la noche pablo
despliega sus carnes
impúdica nadie la para
te has
preguntado por qué el humano se aleja
siempre de sus heces
ii.
estos días no
existen pablo
estos días no
existen pablo
los hombres como
nosotros tienen mala memoria sin
embargo pese a todo
la conservan
iii.
sobre la
ineficaz densidad de las miradas
que cierne de
noche la desmesurada altura de los cuatro puntos cardinales
norte donde se concentran las aves
sur la mentira descubierta
una mitad que se
aproxima otra que se aleja
el viento que
acaricia tus cabellos
y la espesura
que contrarresta cualquier intento de
despegue
estamos
condenados al recuerdo hagamos un
rewind de nuestras vidas
y omitamos la
media tableta de paxil para la tristeza
de los viernes
estos días no
existen pablo
estos días no
existen pablo
estos días no
existen pablo
estos días no
existen pablo
ni en el este
ni el oeste
iv.
los ojos nos abruman
viejo
qué te dicen a
ti los ojos pablo
lanzas clavadas
a la carne que las retiene
qué te dicen a
ti los ojos pablo
lanzas clavadas
a la carne que las inutiliza
v.
cada vez son más
escasas la ventanas
cada vez más
escasas las mujeres que las miran
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