PRELUDIO
El embrión
diminuto del silencio gestado a escondidas con un simple murmullo hace de un
hombre dos mitades.
Y las dos
partes por separado se funden sobre el mundo que existe y no se ha vivido
sin serles
necesario traspasar una ventana, ni estirar las arterias; básteles un sólo dedo
entre los labios.
Y aunque
apenas perceptible de entre esas dos voces que contrastan, emerge un extraño
sonido comparable únicamente al llanto de un pequeño:
El llanto
entrecortado del insólito niño WEBBER
I
Hasta los catorce años creí que los niños nacían por
el ombligo.
César Aira
Aquel niño
que asoma la cabeza y que hipotéticamente cuenta con tres años, proviene aunque
su cuerpo entero compuesto de hueso y carne de una placenta de polímero.
Su lugar en
el mundo es el no-sitio de una ciudad oblicua y no identificada en donde mira
el cielo que es azul y desde lo azul unido punto por punto en una sola escala
monocroma, de entre un segmento que se rompe, uno de tantos pájaros asoma
la cabeza.
II
Su rebelión
contra el máximo alfarero y el conjunto todo de las partes que incluyen su
sangre láctea, proviene de esa pila bautismal de peltre o lámina blanda y esa
absurda tutoría de la cual uno anhela desprenderse. Aquella que decanta del
principio del molde único, roto por el coletazo de un ave sin alas
(posiblemente también plástica)
III
Más allá de
un alarido intenso y de la disculpa o la apología de un cuerpecito hueco que no
fue antes de su molde, ni lo fue después de la materia. Antes o después de la
manera y la petulante escusa de la forma que mueve los sentidos y los retrae
hacia sí mismos, si no fueran desde siempre dos excusas para saberse importante
por encima de un vistazo a lo palpable.
Esa carita
risueña con sonrisa de petróleo, desde el tercer piso, sino fuera desde siempre
un estado intermedio, esa carita soñada como fondo de pantalla, donde la
mitología sobrepuesta a un simple destello de perfiles dan forma a un modelo
apreciado por el mass media y su hambre enferma de coleccionismo abstracto. La
visión infantil de un diosecillo agujerado se recrea y se construye con cada
instante y cada paso de un niño sin molde.
IV
Un niño de
plástico es evidente por sí mismo. Si el niño WEBBER camina
como un niño de plástico, habla como un niño de plástico, y gusta de remover
las extremidades de su cuerpo como lo hacen los niños de plástico, muy
probablemente sea un niño de plástico, aunque bien pudiera serlo de madera o
manteca de cerdo.
XIII
Un estudio
(no se sabe con certeza en qué parte del mundo ha tenido lugar) dictaminó que
los búlgaros (dícese de todas aquellas personas cuyo primer nacimiento haya
tenido lugar en Bulgaria) viven más, es decir, su rango de vida es más elevado
que el humano promedio. Esto debido a la continua ingesta de yogurt.
Un estudio
(no se sabe con certeza en que parte del planeta ha tenido lugar)
dictaminó la
total carencia de esófago, tripas y menudencias en el niño WEBBER.
Su cuerpo es
hueco por completo.
Debido al
impedimento para consumir cualquier alimento, su rango de vida se verá reducido
notablemente.
Epílogo
De cómo el
niño WEBER entró a un cuarto vacío y al descubrir dónde se encontraba, después
de tallar sus ojos y limpiar duramente sus legañas, profirió largo y
sonoro grito que terminó por confundir y asustar a los presentes entre los que
se encontraba su amigo imaginario.
En medio del
centro justo en donde no hay esquinas, desde lo alto de mi cuerpo me observo y
me tiento y descubro que la altura de mi cuerpo entero, es en proporción
similar al número de espacios en blanco de una hoja en blanco. Quiero no sentir
la culpa que me abandona y caminar en rincón oscuro, sin sentir el temor
que ocupa los espacios en blanco de mi cuerpo todo, pero la intención
de percibirlo se me escapa y se me burla. La noche es una hoja en blanco
y esta noche, esta noche, esta noche, todo lo veo claro, todo lo veo blanco,
todo lo veo claro, todo lo veo blanco.
De cómo el
niño WEBER superó su etapa perverso-polimorfa con una enorme muñeca inflable de
color azul, para avanzar a otra etapa perverso-polimorfa con una enorme muñeca
de color azul… más intenso.
Una mujer de plástico me
susurra al oìdo los fragmentos de un soneto amoroso, en una lengua muerta que
no comprendo. Me canta al oìdo las estrofas de una antigua canciòn en una
extraña lengua olvidada, parecida a la que mis abuelos no recuerdan, parecida a
la que mis padres nunca hablaron, parecida a la que yo nunca menciono.Un idioma
olvidado en donde palabras como sexo y coito carecen de cualquier traduccion
posible y se sustituyen por palabras como: serie, màquina y matriz, pero
ese extraño lenjuage carece de significado y lo que se define como hombre, bien
pudiera definirse como màquina, como plástico, como mujer o
como piedra y las palabras que de ella se desprenden adquieren un contorno
maleable, donde las vocales se dislocan con todo su significado; entonces digo
piedra, entonces digo hombre y digo serie para detener sus cantos, pero
ella no me entiende, entonces me increpa y me insulta y me dice piedra y me
dice coito y me dice mierda y los dos recitamos los fragmentos de
un extraño lenguaje, con una extraña lengua muerta, que ninguno de los dos
comprende.
Apuntes
sobre la milimétrica y misteriosa desaparición segmentada del insólito niño
WEBER, frente a la mirada inquisitiva y escéptica de los demás que aún no
desaparecen[1]
No quedará
piedra sobre piedra, cabeza sobre cuerpo, ojo entre los párpados ni corazón
enjaulado entre los huesos. La memoria de los dioses fue borrada y las
facciones de los rostros serán sustituidas por rostros nuevos perfectibles. No
se hablará ya de la duda ni de sus ojos, ni de la multiplicidad de sus
fragmentos, de la ruptura de su totalidad deshilvanada que conserva un segmento
entre fractales.
Los huesos
se filtran por la carne, la abandonan, y forman otro cuerpo separado, pero tal
estructura carece de detalles y es en esos ínfimos detalles (llámense ojos,
labios, orejas uñas) es donde realmente se fija la
mirada y radica el misterio de la forma.
[1] Cabe señalar que la
milimétrica y misteriosa desaparición segmentada del insólito niño WEBER frente
a la mirada inquisitiva y escéptica de los demás que aún no desaparecen, fue
gradual y en periodos de tiempo relativamente largos.
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