martes, 9 de julio de 2013


Adelanto de "LA HIPERBÓLICA CAÍDA DEL INSÓLITO NIÑO WEBBER" de próxima publicación.

PRELUDIO


El embrión diminuto del silencio gestado a escondidas con un simple murmullo hace de un hombre dos mitades.
Y las dos partes por separado se funden  sobre el mundo que existe y no se ha vivido
sin serles necesario traspasar una ventana, ni estirar las arterias; básteles un sólo dedo entre los labios.
Y aunque apenas perceptible de entre esas dos voces que contrastan, emerge un extraño sonido comparable únicamente al llanto de un pequeño:

El llanto entrecortado del insólito niño WEBBER

I

Hasta los catorce años creí que los niños nacían por el ombligo.
César Aira

Aquel niño que asoma la cabeza y que hipotéticamente cuenta con tres años, proviene aunque su cuerpo entero compuesto de hueso y carne de una placenta de polímero.
Su lugar en el mundo es el no-sitio de una ciudad oblicua y no identificada en donde mira el cielo que es azul y desde lo azul unido punto por punto en una sola escala monocroma, de entre un segmento que se rompe,  uno de tantos pájaros asoma la cabeza.
II

Su rebelión contra el máximo alfarero y el conjunto todo de las partes que incluyen su sangre láctea, proviene de esa pila bautismal de peltre o lámina blanda y esa absurda tutoría de la cual uno anhela desprenderse. Aquella que decanta del principio del molde único, roto por el coletazo de un ave sin alas (posiblemente también plástica)

III

Más allá de un alarido intenso y de la disculpa o la apología de un cuerpecito hueco que no fue antes de su molde, ni lo fue después de la materia. Antes o después de la manera y la petulante escusa de la forma que mueve los sentidos y los retrae hacia sí mismos, si no fueran desde siempre dos excusas para saberse importante por encima de un vistazo a lo palpable.
Esa carita risueña con sonrisa de petróleo, desde el tercer piso, sino fuera desde siempre un estado intermedio, esa carita soñada como fondo de pantalla, donde la mitología sobrepuesta a un simple destello de perfiles dan forma a un modelo apreciado por el mass media y su hambre enferma de coleccionismo abstracto. La visión infantil de un diosecillo agujerado se recrea y se construye con cada instante y cada paso de un niño sin molde.

IV

Un niño de plástico es evidente por sí mismo. Si el niño WEBBER camina como un niño de plástico, habla como un niño de plástico, y gusta de remover las extremidades de su cuerpo como lo hacen los niños de plástico, muy probablemente sea un niño de plástico, aunque bien pudiera serlo de madera o manteca de cerdo.

XIII

Un estudio (no se sabe con certeza en qué parte del mundo ha tenido lugar) dictaminó que los búlgaros (dícese de todas aquellas personas cuyo primer nacimiento haya tenido lugar en Bulgaria) viven más, es decir, su rango de vida es más elevado que el humano promedio. Esto debido a la continua ingesta de  yogurt.
Un estudio (no se sabe con certeza en que parte del planeta ha tenido lugar)
dictaminó la total carencia de esófago, tripas y menudencias en el niño WEBBER.
Su cuerpo es hueco por completo.
Debido al impedimento para consumir cualquier alimento, su rango de vida se verá reducido notablemente.



Epílogo

De cómo el niño WEBER entró a un cuarto vacío y al descubrir dónde se encontraba, después de tallar sus ojos y limpiar duramente sus legañas, profirió  largo y sonoro grito que terminó por confundir y asustar a los presentes entre los que se encontraba su amigo imaginario.

En medio del centro justo en donde no hay esquinas, desde lo alto de mi cuerpo me observo y me tiento y descubro que la altura de mi cuerpo entero, es en proporción similar al número de espacios en blanco de una hoja en blanco. Quiero no sentir la culpa que me  abandona y caminar en rincón oscuro, sin sentir el temor que ocupa los espacios en blanco de mi cuerpo todo, pero  la intención de  percibirlo se me escapa y se me burla. La noche es una hoja en blanco y esta noche, esta noche, esta noche, todo lo veo claro, todo lo veo blanco, todo lo veo claro, todo lo veo blanco.


De cómo el niño WEBER superó su etapa perverso-polimorfa con una enorme muñeca inflable de color azul, para avanzar a otra etapa perverso-polimorfa con una enorme muñeca de color azul… más intenso.    

Una  mujer de plástico me susurra al oìdo los fragmentos de un soneto amoroso, en una lengua muerta que no comprendo. Me canta al oìdo las estrofas de una antigua canciòn en una extraña lengua olvidada, parecida a la que mis abuelos no recuerdan, parecida a la que mis padres nunca hablaron, parecida a la que yo nunca menciono.Un idioma olvidado en donde palabras como sexo y coito carecen de cualquier traduccion posible y se sustituyen por palabras como: serie, màquina  y matriz, pero ese extraño lenjuage carece de significado y lo que se define como hombre, bien pudiera definirse como màquina, como  plástico, como mujer o como piedra y las palabras que de ella se desprenden adquieren un contorno maleable, donde las vocales se dislocan con todo su significado; entonces digo piedra, entonces digo hombre y digo serie para detener sus cantos,  pero ella no me entiende, entonces me increpa y me insulta y me dice piedra y me dice coito y me dice mierda y los dos recitamos los fragmentos  de  un extraño lenguaje, con una extraña lengua muerta, que ninguno de los dos comprende.


Apuntes sobre la milimétrica y misteriosa desaparición segmentada del insólito niño WEBER, frente a la mirada inquisitiva y escéptica  de los demás que aún no desaparecen[1]

No quedará piedra sobre piedra, cabeza sobre cuerpo, ojo entre los párpados ni corazón enjaulado entre los huesos. La memoria de los dioses fue borrada y las facciones de los rostros serán sustituidas por rostros nuevos perfectibles. No se hablará ya de la duda ni de sus ojos, ni de la multiplicidad de sus fragmentos, de la ruptura de su totalidad deshilvanada que conserva un segmento entre fractales.
Los huesos se filtran por la carne, la abandonan, y forman otro cuerpo separado, pero tal estructura carece de detalles y es en esos ínfimos detalles (llámense ojos, labios, orejas     uñas) es donde realmente se fija la mirada  y radica el misterio de la forma.
















[1] Cabe señalar que la milimétrica y misteriosa desaparición segmentada del insólito niño WEBER frente a la mirada inquisitiva y escéptica de los demás que aún no desaparecen, fue gradual y en periodos de tiempo relativamente largos.